Ya hace bastantes días que se terminó, pero quería comentar el buen sabor de boca que me dejaron los europeos de atletismo. Fue prácticamente lo único que vi por la tele, ya que en verano todos pasamos más de la caja tonta.
Se trataba de la única alternativa capaz de disuadirme de la tentadora y larga siesta de rigor en los agostos playeros.
Sin ninguna duda, de todas las pruebas que hay, me quedo con los medios fondos, por muchas razones:
Primero porque los españoles somos los mejores (los imbatibles africanos no corren lógicamente en estos campeonatos europeos), y por tanto es muy fácil implicarse en la carrera y animar a los que llevan “la roja”.
Segundo, porque son carreras donde la táctica es más evidente que en otras, se miran mucho, se tantean, se cierran, etc (en los 100, 200, 400 etc, no hay táctica que valga, se trata de correr a saco y no hay interacción entre los atletas). En el otro extremo, las marchas, maratones etc, se hacen bastante pesadas por su duración, y muchas veces con llegadas en solitario etc.
Tercero, me encantan esas caras de los ganadores reventadísimos, agónicos, pero muy muy felices por llegar “primer”. Esas caras desencajadas que aún sacan fuerzas de donde no las hay para gritar de alegría en el instante en que cruzan la meta, es un contraste brutal.
He vibrado con la carreras de Marta Domínguez, y su adelantamiento por la cuerda en la última curva, con la victoria de Jesús España, y el bronce “in extremis” de Higuero con un adelantamiento en la línea de meta. La plata en Jesús Blanco cuando todos estábamos pendientes del carismático Penti etc.
A mi lo del patriotismo y todo eso me la sopla un poco, pero reconozco que en el deporte sí que me identifico con los nuestros y disfruto cuando gana España, o alguno de los nuestros . Y aunque el españolito en cuestión no sea el más simpático del mundo, ( véase Fernando Alonso ) ahí estoy yo animándole y “sufriendo” si le van mal las cosas.
De todas maneras, reconozco que en algunas pruebas de este europeo me cambiaba la chaqueta y mis miradas y ánimos iban dirigidos a atletas de otros países. En concreto, en la prueba de 110 vallas femenino, una tal Susana Kallur tuvo la culpa de que traicionara a mi país y me fuera con Suecia.
Se trataba de la única alternativa capaz de disuadirme de la tentadora y larga siesta de rigor en los agostos playeros.
Sin ninguna duda, de todas las pruebas que hay, me quedo con los medios fondos, por muchas razones:
Primero porque los españoles somos los mejores (los imbatibles africanos no corren lógicamente en estos campeonatos europeos), y por tanto es muy fácil implicarse en la carrera y animar a los que llevan “la roja”.
Segundo, porque son carreras donde la táctica es más evidente que en otras, se miran mucho, se tantean, se cierran, etc (en los 100, 200, 400 etc, no hay táctica que valga, se trata de correr a saco y no hay interacción entre los atletas). En el otro extremo, las marchas, maratones etc, se hacen bastante pesadas por su duración, y muchas veces con llegadas en solitario etc.
Tercero, me encantan esas caras de los ganadores reventadísimos, agónicos, pero muy muy felices por llegar “primer”. Esas caras desencajadas que aún sacan fuerzas de donde no las hay para gritar de alegría en el instante en que cruzan la meta, es un contraste brutal.
He vibrado con la carreras de Marta Domínguez, y su adelantamiento por la cuerda en la última curva, con la victoria de Jesús España, y el bronce “in extremis” de Higuero con un adelantamiento en la línea de meta. La plata en Jesús Blanco cuando todos estábamos pendientes del carismático Penti etc.
A mi lo del patriotismo y todo eso me la sopla un poco, pero reconozco que en el deporte sí que me identifico con los nuestros y disfruto cuando gana España, o alguno de los nuestros . Y aunque el españolito en cuestión no sea el más simpático del mundo, ( véase Fernando Alonso ) ahí estoy yo animándole y “sufriendo” si le van mal las cosas.
De todas maneras, reconozco que en algunas pruebas de este europeo me cambiaba la chaqueta y mis miradas y ánimos iban dirigidos a atletas de otros países. En concreto, en la prueba de 110 vallas femenino, una tal Susana Kallur tuvo la culpa de que traicionara a mi país y me fuera con Suecia.
2 comentarios:
Alfonso todos sabemos que la verdadera razón de publicar este post ha sido por Susana Kallur, no nos vendas la milonga del sufrimiento y la alegría. Como te pones!
Si no hubiera visto a Susanna Kallur tambén le hubiera dedicado un artículo al europeo.
Otra cosa es que si hablamos en persona del europeo, me apetezca más comentar contigo lo buena que estaba la sueca antes de disertar sobre la alegría-sufrimiento en un mismo instante. Cada cosa en su sitio y en su momento. Además, a ti la rubia tambíen te gusta, no te quejes Alvarito!
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