Resulta que la semana pasada quería comprarme una carretilla para transportar mi teclado.
En la tienda de bricolaje, había un producto anunciado en el pasillo que me interesaba, pero lo tenían agotado. Mientras me pensaba el comprarme el modelo superior más caro, me comentan que estaban pendientes de recibir más del agotado en breve, me dan un teléfono y me emplazan a llamar para saber cuando lo recibirán.
Así que decido aplazar la compra hasta que llegue el modelo barato.
Le comento al dependiente que por teléfono me habían dicho que tenían en stock el otro modelo más económico, y me responden que habrá sido un error del ordenador, pero que allí no lo tienen.
- Pero es que yo he venido adrede a por el otro…
- No lo tenemos, lo siento…
- Ya, pero yo he perdido la mañana por un error suyo…
- Tenemos este otro modelo más caro…
- Ya, pero ese no me lo compré la semana pasada a 60 euros por querer gastarme sólo 30, y ahora me voy a tener que gastar 70…
- No puedo hacer nada.
- ¿Y si me dejaran el modelo de 70 al precio sin oferta del barato? (49,95)
- Imposible, son dos artículos distintos.
-Adios
-Adios
Entonces digo (muy educado, por supuesto), que me gustaría poner una reclamación (era primerizo en cuanto a reclamar), y ya tras rellenarla, viene un trabajador de rango mayor, que se me presenta, me da la mano, y me escucha. Tras eso, acordamos que me llevaría la carretilla cara, al precio de la barata. Y así fue.
Lucas 11: 9-10
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